vivir para hacerse, pues hacerse es vivirse y no sólo estar vivo ni menos aun vegetar

Compré Monte Sinaí ( Jose Luís Sampedro ) hace unos meses fijándome mas en su poca extensión que en su contenido. El libro son apenas 80 hojas, y su precio unos 4 euros. Necesitaba en ese momento una lectura corta y ligera, pero al mismo tiempo no me apetecía caer en libros " de moda ". Manías que aparecen en una de vez en cuando...

El caso es que fue así como me hice con este libro que, buscando lo que buscaba, encontré una obra cargada de sentimiento, literatura, testimonio, recuerdos, y tranquilidad. En definitiva, un libro raro... O eso es lo que me pareció en el momento de cerrar la última página. Ahora, tras unas semanas después de haberlo leído y con él digerido, puedo decir que me encantó e incluso mas allá, puedo decir que es el libro que mas me ha sorprendido de los que llevo leído este año.

Jose Luís Sampedro es el protagonista de este testimonio; cuenta su propia experiencia al ser ingresado en el hospital Monte Sinaí ( Nueva York ) por una afección cardíaca. Su estancia en el hospital, sus reflexiones y las personas que conoció allí son la base del libro.

Es curioso como, en un libro en el que se " cuenta " una situación este autor ha sido capaz de transformarlo en un texto literario sin parecer forzado, de una manera natural. Y es que ya en el primer párrafo chocamos de frente con la situación que envuelve el argumento del libro y al mismo tiempo, con una sensibilidad literaria que nos acompañará hasta el punto y final del mismo.

" ¿Todo esto para mí solo?
Se me ocurrió de golpe al detenerse en mi silla de ruedas a la entrada de la habitación y comprender que había llegado a mi destino. A la vista de cuanto me esperaba recordé esas palabras y a quien las pronunció hace dos siglos: la marquesa de Bainvilliers (... ) ¡ Pobre marquesa ! De todos los complicaods en el asunto fue la única aristócrata a quien los esbirros le aplicaron el tormento del agua, valiéndose de un gran embudo ajustable a la boca de los reos para hacerles tragar grandes cubos de líquido. Fue al verlos, desde la puerta de la sala de torturas, cuando a la infeliz le salió del alma aquel grito, tanto de asombro como de terror.
Lo que a mi me aguardaba no eran tales cubos, ni la tabla inclinada a la que ataban los reos, pero sí una formidable acumulación de aparatos y pantallas rodeando una cama articulada y enlazados entre sí por una embrollada red de tubor y cables "

Y así continúa reflexionando y enlazando su situación en el hospital con reflexiones literarias, históricas, cineastas y sobretodo, reflexiones personales.

Lo que mas me llamó la atención es que Sampedro no tiene miedo a la muerte, si no que siente curiosidad por cuanto le rodea. No es que pierda las ganas de vivir, si no que parece que se reafirma en ellas cuando peor está. Eso me encanta. Y esas ganas e incógnitas perduran hasta después de darle el alta en el hospital, en donde comienza a cuestionarse el porqué sigue vivo, el para quién vivimos. Al final llega a la conclusión con una frase que marcada queda en el libro por ser la siguiente: "que vivir para hacerse, pues hacerse es vivirse y no sólo estar vivo ni menos aún vegetar."

Dicho así parece una paranoia de autoayuda o movidas de esas, pero para nada. Os lo aseguro. El libro se trata de una reflexión escrita por el autor, que a mi parecer puede considerarse como una biografía o al menos como una mini - biografía.. De hecho a la idea final a la que llegué con el libro es que hay escritores ( y supongo que cada artista en su correspondiente gremio ) que ven y piensan su vida como una novela en la que las únicas pausas son los capítulos y el único final se cierra con la palabra " fin ".

Me ha encantado, definitivamente.